Biblioteca escolar de un instituto bilingüe

     No todo lo que empieza acaba, y este solo ha sido el principio de una bonita amistad con la biblioteca de mi centro. Imagen de elaboración propia     Así es. Otro curso que acaba, pero con ilusiones renovadas para la mejora de la biblioteca. Es lógico pensar que una se sienta más preparada y con visión de un futuro prometedor.       En anteriores entradas comenté mi idea de dinamizar la biblioteca desde ella misma; ahora, proyecto también abrirla al aula, más que nada, para que se retroalimenten. El binomio es perfecto si se inserta a conciencia desde una buena planificación docente del currículum que aúne habilidades, objetivos, destrezas y competencias. Ha llegado la hora de cerrar el chiringuito de estos dos meses, pero este no es el final de una relación que se ha abierto ya con la biblioteca del centro. Ahora toca apoyar en los proyectos, colaborar, promocionar su utilización y animar a la lectura.                                     Imagen de elaboraci

Imagen de elaboración propia         Ha llegado el momento de hacer balance de lo aprendido, no sin antes reflexionar un rato sobre la intensidad de la experiencia en este nuevo curso de bibliotecas. Este no ha sido, de lejos, un curso al uso para mí.        Durante el tiempo que trabajé como auxiliar en una biblioteca pública y, en prácticas, en una Diputación Provincial asistí presencialmente a cursos de pequeño impacto, sobre programas y temas relacionados con temas específicos de las bibliotecas en su sentido más general.        Por otra parte, aprendí mucho de la dinamización como rol de animador en el Experto Universitario de la UNED. Pero esta experiencia ha sido completamente distinta porque no hemos contemplado únicamente algunos aspectos, hemos valorado y trabajado sobre el conjunto de necesidades para el buen funcionamiento de una biblioteca escolar. Y lo hemos hecho de una manera global pero profundizando en cada uno de los apartados más importantes para la crea